En estos días leía una frase que me dejo pensando mucho “es el producto el que hace el éxito de una casa de modas” dicha por Delphine Arnault hija del multimillonario Bernard Arnault propietario de LVMH contradiciendo a muchos otros quienes afirman que son las estrategias de mercadeo las que pueden con todos los productos y es que en medio de la competencia y el mercado global en el que vivimos tratar de encontrar excusas que justifiquen el éxito o la escasez del mismo de una marca nunca faltan, sin embargo no existe razón más exacta que aquella que Delphine expresa pero a esto yo le sumaria otro factor fundamental para una receta clara y contundente y es un claro ADN de marca.
¿Se han preguntado alguna vez como hacen aquellas marcas tradicionales para mantenerse décadas en pie? ¿O cómo marcas tan recientes en el mercado toman un auge increíble? La realidad es que existen muchos factores que influyen en el éxito al momento de posicionarse y mantenerse en el mercado, una de las principales razones para encontrar ese éxito preciso y constante es el producto, al momento de querer emprender todo gira en torno a una necesidad que se busca satisfacer con un producto en específico, en base a él se idea un logo, unos colores, la marca en general, con ese producto se busca hacer vivir una experiencia al público, una experiencia que va más allá del servicio o de ingresar a tu almacén, una experiencia post venta que perdure en el tiempo y con ello vuelvan nuevamente a tu marca y te recomienden a los demás.
Estrategias de mercadeo pueden existir demasiadas es verdad, pero un excelente producto siempre hablara por si solo y es la garantía de satisfacción que conlleva a una fidelización segura y con ello una relación marca-cliente que trasciende con el tiempo, muchas veces observo en el mercado publicidad excelente, pero al momento de probar ese producto las expectativas caen sintiéndome estafada y decepcionada.
El producto como principal herramienta de caracterización de una marca y materialización de su ADN
Por supuesto que no basta solo con el producto para lograr el posicionamiento y el éxito rotundo, la publicidad, la actualización constante, el uso de redes sociales, la experiencia de marca, el servicio al cliente y demás elementos son fundamentales en la receta para construir y hacer crecer una marca, pero muchas veces nos concentramos tanto en todo lo demás que olvidamos y dejamos de lado lo que ofrecemos, a través de esas estrategias de marketing y demás elementos de experiencia de marca estamos creando una expectativa al consumidor, una expectativa que debe ser cumplida y de ser posible superada al momento que tenga contacto directo con nuestros productos y más cuando nos encontramos con un mercado en el cual los clientes son cada día más conscientes, tienen la información en sus manos y la oferta es mucho más alta que la demanda, de ahí la importancia de invertir en la calidad y el diseño propio impulsado hacia el slow fashion y con ello contribuyendo al cuidado del medio ambiente.
Muchas marcas también decaen porque las personas se cansan de ver siempre lo mismo en las vitrinas y porque otras marcas ofrecen propuestas similares, sin competir más allá de esto, el producto que tu ofreces en el mercado es la mejor muestra de ADN de marca que puedas tener, es donde tienes todo el espacio y la capacidad para demostrar tu valor agregado, tu diferenciación y por qué deben escogerte a ti por encima de los demás preguntándote qué es lo que te hace diferente como marca para plasmarlo y materializarlo acorde a ese mercado al cual deseas llegar.
El éxito de una marca conlleva demasiados aspectos que se fundamentan en crear y transmitir un ADN claro y conciso al mercado, sin embargo, sin el producto esto no sería posible, el producto es ese broche de oro que nos permite cerrar la experiencia de nuestros clientes, es el responsable en primera instancia de atraer a potenciales consumidores y es el principal atractivo para centrar todas nuestras estrategias.
Tu producto es el que inspira una serie de emociones y sentimientos en ti y en tus clientes y en un mundo tan cambiante es tu producto el que debe evolucionar hacia los deseos y necesidades del cliente, no se puede pretender que los clientes se amolden a nuestra marca, debemos ser nosotros quienes nos amoldemos a ellos teniendo como horizonte un ADN claro demostrando que aunque evolucionemos en lo que ofrecemos estamos garantizando la misma calidad teniendo presente siempre y expresando lo qué es nuestra marca, la esencia de la misma, su valor agregado y características diferenciadoras consolidándose en una experiencia que cautiva y enamora obteniendo la receta perfecta: producto de calidad + ADN de marca clave de la fidelización y con ello el éxito.